lunes, 28 de septiembre de 2015

ALEJANDRO Y CONSTANTINO: ¿DOS VIDAS PARALELAS?


Esta entrada es un post del blog y es, al tiempo, algo más: es una versión de lo que voy a contar en Cáceres en diez días, DV, en esta actividad. Para quienes se interesan por Plutarco, que son muchos. Y para quienes se interesan por Eusebio, que también los hay.

Esta entrada sobre la tradición e intertextualidad de Plutarco trata de la Vida de Constantino de Eusebio de Cesarea. Una cuestión muy debatida en relación con esta obra es la del género. La mezcla de géneros es un rasgo llamativo de este texto.
  • Se trata, en principio, de un escrito encomiástico que persigue presentar ante los lectores al emperador de Roma como ejemplo de monarca cristiano.
  • Pero el título bajo el que se ha transmitido la obra también alude a su componente biográfico: εἰς τὸν βίον τοῦ μακαρίου Κωνσταντίνου βασιλέως.
La Vida de Constantino se ha puesto en relación con las Vidas paralelas de Plutarco, en concreto con la Vida de Alejandro, en función de ese componente biográfico.
En este texto se revisa lo dicho al respecto y se discute si puede existir realmente alguna relación entre las Vidas compuestas por Plutarco y Eusebio.
Ante todo se ha de indicar que Eusebio estaba familiarizado al menos con una parte de la obra de Plutarco. Eusebio cita en la Praeparatio Euangelica tres obras conservadas del autor de Queronea, las tres de carácter religioso:
  • Sobre la desaparición de los oráculos.
  • La E de Delfos.
  • Sobre Isis y Osiris.
Además Eusebio ha conservado en la Praeparatio fragmentos de dos escritos perdidos de Plutarco, Sobre las Dédalas de Platea y Sobre el alma.

Si estos cinco textos figuraban en la biblioteca de Eusebio, resulta más verosímil que conociera otras obras plutarqueas de temática distinta, no religiosas, por ejemplo la obra a la que se refiere este trabajo: la Vida de Alejandro.
Hago observar además que Eusebio se pudo interesar por las Vidas paralelas en función de sus trabajos históricos o cronográficos; se sabe con seguridad que el obispo de Cesarea manejó a otros autores paganos por el mismo motivo.
Eusebio no cita las Vidas paralelas. Sin embargo, como ya se ha dicho, se ha propuesto que podría existir alguna conexión intertextual entre las obras.

Por ejemplo, al principio de la Vida de Constantino (1,10,1), Eusebio establece una analogía entre su labor como escritor que propone una imagen verbal del bienaventurado Constantino y el trabajo de los pintores que elaboran imágenes humanas:
Aunque me resulte inviable decir algo digno de la beatitud de este varón (…), resulta no obstante preciso que, a imitación de la técnica humana del sombreado, dedique la imagen compuesta por palabras a la memoria del amado por Dios.
Se ha encontrado un paralelismo entre esta declaración de Eusebio y un texto de la Vida de Alejandro (1,3):
Así pues, igual que los pintores extraen las semejanzas a partir del rostro y la apariencia de los ojos, en lo cual se revela el carácter, preocupándose mínimamente de las otras partes, así se nos ha de conceder que nos sumerjamos ante todo en las señales del alma y figuremos por estas la vida de cada uno.
Los dos pasajes presentan una referencia a la labor de los pintores, los ζῳγράφοι de Plutarco y los que practican la σκιαγραφία (la “pintura de sombras”) en Eusebio. En ambos casos se establece una analogía entre el arte pictórico y la labor del autor literario que elabora por medio de la palabra retratos humanos que van más allá de los rasgos físicos.

Sin embargo, la similitud puede resultar demasiado genérica, casi un lugar común.
  • La analogía entre la pintura y la literatura es un motivo conocido desde Simónides.
  • Y, sobre todo, no hay semejanzas verbales entre los dos pasajes citados, más allá del uso común de la raíz γραφ- en ζῳγράφοι y σκιαγραφία.
Por otro lado, hay una diferencia significativa entre los dos textos. Como ya se ha apuntado, Plutarco y Eusebio coinciden en su interés por retratar no solo los aspectos físicos o las acciones externas de sus biografiados sino también sus rasgos morales.
  • Pero el autor de Queronea habla de los pintores que representan el ἦθος del retratado, su ἀρετή o κακία (VA 1,2), a través de su expresión facial; y de su propia aspiración a representar el βίος de sus personajes por medio de “las señales del alma” (τὰ τῆς ψυχῆς σημεῖα, VA 1,3).
  • En cambio, el obispo de Cesarea adopta una perspectiva distinta y decididamente religiosa en tanto que intenta reflejar la “bienaventuranza” (μακαριότης) de un hombre al que caracteriza como “amado por Dios” (θεοφιλής).
Por eso creo que si hay algún argumento textual que apoye que Eusebio tenía en mente el modelo de la Vida de Alejandro, este se halla en lo que ambos autores declaran que van a omitir.

En la frase anterior al primer texto de Plutarco citado, el autor de Beocia renuncia a referir las hazañas de sus personajes:
Muchas veces un acto nimio, una palabra y alguna niñería, hicieron más por revelar un carácter que combates con muertos sin cuento, enfrentamientos ingentes y asedios de ciudades.
Eusebio anuncia una prateritio similar en el libro primero de su obra (VC 1,11,1), en este otro texto:
Considero oportuno dejar de lado la mayor parte de las gestas imperiales del tres veces bienaventurado: las contiendas y los despliegues de tropas en las guerras, los actos de heroísmo, las victorias, los trofeos conquistados contra el enemigo, y cuantos triunfos celebró (…) el objetivo de la presente obra nuestra dicta escribir y hablar solo de lo que atañe a la vida de religiosa piedad.
  • Eusebio declara que no hablará de los triunfos militares de Constantino ni de su labor política porque su obra pretende hablar solo de lo que atañe a la vida de amor a Dios, μόνα τὰ πρὸς τὸν θεοφιλῆ συντείνοντα βίον.
  • A las hazañas bélicas del emperador se refiere solo de forma sintética: “los combates y los enfrentamientos bélicos, las proezas y las victorias, los trofeos arrebatados a los enemigos y cuantos triunfos celebró”.
  • Los dos textos comparten algo más que el motivo retórico; comparten también una coincidencia verbal, el empleo del término παρατάξεις (en mis traducciones, enfrentamientos :: despliegues de tropas) con el que se refieren a las tropas rivales dispuestas en formaciones paralelas y enfrentadas antes del combate.
  • Hago observar, por cierto, que la bibliografía de Eusebio que habla de la relación entre la Vida de Constantino y Plutarco no ha llamado la atención sobre este dato.

Como se ha dicho, Eusebio no cita nunca las Vidas paralelas ni la Vida de Alejandro. Pero el autor sí alude al macedonio en el proemio de su obra, en un pasaje que propone a Ciro el Grande y Alejandro como términos de comparación de Constantino:
Una antigua historia celebra que Ciro descolló entre los persas de hasta entonces; no obstante, ya que no se ha de atender a esto sino al final de una vida prolongada, afirman que sufrió una muerte no afortunada sino indigna y denigrante a manos de una mujer. Los hijos de los griegos cantan que, entre los macedonios, Alejandro asoló muchísimos linajes de gentes diversas y falleció antes de llegar a la madurez de muerte prematura, cautivo de ‘francachelas y borracheras’ (VC 1,7,1-2).
A Eusebio le interesa mostrar primero que estos grandes hombres llevaron una vida nada envidiable, a pesar de lo que digan los griegos:
  • Ciro por las circunstancias en que murió;
  • y el hijo de Filipo por lo desordenado de su vida y su muerte prematura.
La comparación con Alejandro se extiende después (1,7,2-8,1):
Este [Alejandro] llegaba a cumplir treinta y dos años, el tiempo de su reinado comprendía la tercera parte de estos y, siendo hombre, avanzaba entre matanzas a manera de un torbellino (…). Cuando hacía poco que había llegado a la flor de la edad y añoraba los placeres de la infancia, lo inevitable le sobrevino de forma terrible y lo hizo desaparecer sin hijos, sin raíces, sin hogar, en tierra extraña y enemiga (…). Sin embargo, a este se lo celebra con coros por tales hazañas. Nuestro emperador, en cambio, partía de aquel punto en que moría el macedonio, duplicaba en tiempo su vida y triplicaba la duración de su reinado.
  • El obispo recuerda que Alejandro solo vivió treinta y dos años y que su mandato duró un tercio; además, esos años los consumió entre matanzas hasta que murió sin hijos, sin raíces y sin hogar (ἄτεκνον ἄρριζον ἀνέστιον, 1,7,2); y sin embargo, termina Eusebio, a Alejandro “se lo celebra con coros” (ἀνυμνεῖται χοροῖς, 1,7,2).
  • Constantino, en cambio, “nuestro” (ἡμέτερος, 1,8,1) emperador, supera a Alejandro porque empezó a reinar cuando aquel murió, duplicó el tiempo de su vida y triplicó el de su mandato.
  • Más diferencias que hablan a favor del romano según Eusebio: poco después, en 1,8,4, se dirá que, si Alejandro realizó hazañas sangrientas, Constantino logró sus victorias militares ganándose el afecto de los extraños; más aún, en 1,9,2 se indica que Constantino logró transmitir el imperio a sus herederos, esos hijos que no tuvo Alejandro.
La comparación del emperador de Roma con Ciro y Alejandro en 1,7,1-2 no es casual; sin embargo, por sí misma no dice nada sobre la supuesta relación entre la Vida de Constantino y la Vida de Alejandro.
Ciro el Grande y Alejandro son ejemplos tópicos de grandes gobernantes a los que recurre quien compone un basilikòs lógos como la Vida de Constantino según la teoría del género.
De hecho, el elogio que Eusebio hace de Constantino presenta características de este tipo de discurso según se recoge en la exposición teórica de Menandro Rétor.

Lo que llama la atención desde el punto de vista de la realización del género es que Ciro y Alejandro se proponen en la Vida de Constantino como ejemplos a contrario, ejemplos para evitar, a pesar de que los panegiristas entendían que estos gobernantes ideales eran espejos de príncipes con los que había que medir a los elogiados.

Pero Eusebio propone su propia imagen del gobernante cristiano ideal y por ello marca distancias frente al modelo pagano de Ciro y, sobre todo, de Alejandro. Además, Eusebio indica su voluntad de distinguirse de quienes escribieron las vidas de individuos nefastos como Nerón, al que se refiere como ejemplo de tirano en 1,10,2:
Es que, ¿acaso no sería una vergüenza que la memoria de Nerón y de los que fueron más nefastos que este con diferencia, tiranos impíos y ateos, encontrara autores diligentes que, embelleciendo con refinada interpretación los asuntos de sus viles acciones, los han registrado en voluminosas historias, y que en cambio callemos nosotros, a quienes el propio Dios nos juzgó dignos de coincidir con un emperador tan grande como no lo ha conocido toda la historia, de llegar a verlo, conocerlo y frecuentarlo?
Inmediatamente después (1,10,3) Eusebio censura el hecho de que estos autores hayan celebrado esas vidas nada ejemplares adoptando un estilo elevado e inadecuado, como si trataran de escribir tragedias.
Es que los unos compilaron vidas de varones nada ejemplares y acciones sin valor para la mejora de los caracteres, por favoritismo hacia algunos o inquina, quizá también para demostrar su propia cultura, y cantaron con tono de tragedia, sin necesidad, jactándose de su fluidez verbal, esquemas simples de sucesos vergonzosos. Por mi parte, aunque mi capacidad de expresión flaquee ante la magnitud de la exposición de lo que se muestra, no obstante ojalá reluzca al menos por la simple narración de las buenas acciones; de otro lado, el hacer memoria de las historias que placen a Dios hará que la lectura no sea inútil sino que también les resulte muy provechosa a quienes están bien preparados en su alma.
Eusebio, en cambio, habla de las limitaciones de su propio estilo (una captatio beneuolentiae obvia), espera que la dignidad de la materia dé lustre a su expresión y proclama su intención de presentar en su escrito un ejemplo humano “muy útil para quienes están bien preparados en su alma”.

Hay que recordar que el autor había indicado antes (1,10,2-3) la responsabilidad especial que él tenía:
Dado que había conocido a Constantino, estaba obligado a presentar ante el público “la imitación de las cosas buenas” a fin de que “despierte el anhelo por el amor divino”.

Eusebio había sido creador o renovador de géneros en obras como la Crónica o la Historia Eclesiástica. Posiblemente era consciente de que con la Vida de Constantino estaba ensayando una forma literaria nueva, porque su texto
  • no es una historia
  • ni es un panegírico al uso
  • ni es una biografía como las compuestas por autores paganos;
  • y tampoco es la vida de un santo cristiano como las escritas hasta entonces, si es que cabe considerar como tales las Actas de los mártires.
Para elaborar la que quizá es la primera ‘vida de santos’ cristiana escrita después de las persecuciones, Eusebio procede a una mezcla singular de géneros:
  • Por sus circunstancias, la Vida de Constantino es un encomio conectado con la tradición del basilikòs lógos.
  • Su texto narra además aspectos selectos de la vida del homenajeado tomando en consideración el modelo biográfico de Plutarco.
  • Al tiempo, la Vida de Constantino es literatura religiosa y aspira a cumplir una función formativa entre sus lectores: despertar, como dice Eusebio, “el anhelo por el amor divino”.
La bibliografía ha indicado que Moisés es la figura del Antiguo Testamento que obra en la Vida de Constantino como término de comparación con este. No puede caer en saco roto que Alejandro Magno está igualmente presente en el texto como modelo en la sombra o antimodelo necesario del emperador de Roma.

Y ello, probablemente, a partir del ejemplo concreto de la Vida de Alejandro de Plutarco, quien así escribió, sin sospecharlo, una página clave en la literatura griega cristiana.