viernes, 22 de marzo de 2013

LA POÉTICA DE ARISTÓTELES: MYTHOS Y PRAXIS


Puede que este post encierre la clave de la Poética, o al menos de la lectura que he intentado hacer de ella en las entradas previas (en esta, en esta y esta); y aún queda por publicar al menos otro post

II.3. A la hora de pasar a referirme al μῦθος en la Poética me gustaría volver la atención a 1447 a 13-16, pasaje que he citado en este lugar y que ahora repito:
ἐποποιία δὴ καὶ ἡ τῆς τραγῳδίας ποίησις ἔτι δὲ κωμῳδία καὶ ἡ διθυραμβοποιητικὴ καὶ τῆς αὐλητικῆς ἡ πλείστη καὶ κιθαριστικῆς πᾶσαι τυγχάνουσιν οὖσαι μιμήσεις τὸ σύνολον (1, 1447 a 13-16). 
La epopeya y la poesía trágica, y además la comedia, la poesía ditirámbica, el arte de tañer la flauta y la cítara en su mayor parte: todas, en su conjunto, resultan ser imitaciones. 
 Creo que la frase es interesante por el elenco de formas que presenta como imitaciones, un elenco en el que se unen formas poéticas con formas musicales: epopeya, tragedia, comedia, poesía ditirámbica, arte de tañer la flauta o la cítara.
  • Al arte de tañer flauta o cítara no hay más alusiones fuera de este primer capítulo. 
  • En la parte conservada de la Poética sólo aparecen otras cuatro alusiones fugaces a los ditirambos. 
  • Pero la referencia a los otros tres tipos de poesía (epopeya, tragedia, comedia) da idea precisa de los géneros en los que se centra el tratado: o en los que se centraba originalmente, dado que la sección sobre comedia que se anuncia en el capítulo 6 (1449 b 21) se ha perdido, según hizo de conocimiento universal una famosa novela de Umberto Eco a finales del S. XX.
Quiero llamar la atención sobre el hecho de que en el plan de la Poética no hay sitio para los géneros líricos menores, y que ésta es una realidad que ya se anticipa en ese pasaje del capítulo primero - y, desde luego, llama la atención. 

Lo que ocurre es que Aristóteles se interesa preferentemente por la ποίησις que encierra un μῦθος: eso queda ya suficientemente claro en la primera frase del tratado:
Περὶ ποιητικῆς αὐτῆς τε καὶ τῶν εἰδῶν αὐτῆς, ἥν τινα δύναμιν ἕκαστον ἔχει, καὶ πῶς δεῖ συνίστασθαι τοὺς μύθους εἰ μέλλει καλῶς ἕξειν ἡ ποίησις, ἔτι δὲ ἐκ πόσων καὶ ποίων ἐστὶ μορίων, ὁμοίως δὲ καὶ περὶ τῶν ἄλλων ὅσα τῆς αὐτῆς ἐστι μεθόδου, λέγωμεν ἀρξάμενοι κατὰ φύσιν πρῶτον ἀπὸ τῶν πρώτων (1, 1447 a 8 – 13).
Acerca del arte poética en sí misma y de sus especies, de qué efecto produce cada una y de cómo se deben componer las historias si ha de resultar hermosa la obra poética; más aún, acerca de cuántas y cuáles son sus partes, e igualmente acerca de las otras cuestiones propias de la misma investigación, hablemos comenzando, según lo natural, primero por lo primero.

Los μῦθοι (las “historias”, en mi traducción) son, por ejemplo, el elemento capital de un género como la tragedia, según se afirma en el capítulo 6 (1450 a 38):
el μῦθος es el principio y, por así decirlo, el alma de la tragedia, ἀρχὴ μὲν οὖν καὶ οἷον ψυχὴ ὁ μῦθος τῆς τραγῳδίας.
Y ese mismo capítulo seis dirá más adelante que el μῦθος implica la idea de πρᾶξις, de “acción”.


A partir de los pasajes del primer capítulo y del sexto entendemos mejor el pasaje de 1447 a 13-16:
El tipo de poesía en la que se va a centrar Aristóteles en su tratado no es la representada por los géneros líricos o, genéricamente, la poesía “descriptiva” de la que están ausentes los acontecimientos.  
Se va a centrar en la que implica la existencia de una historia y la actuación de figuras: la narración y el drama. 
La cuestión del μῦθος la podría haber expuesto Aristóteles hablando de cualquiera de los géneros de los que trata en el libro primero de la Poética, tragedia o epopeya, pues ambos comparten esta parte cualitativa.

Pero donde se habla del μῦθος es en la sección dedicada al primero de los dos géneros, la tragedia. Esta sección se inicia con una conocida definición:
ἔστιν οὖν τραγῳδία μίμησις πράξεως σπουδαίας καὶ τελείας μέγεθος ἐχούσης, ἡδυσμένῳ λόγῳ χωρὶς ἑκάστῳ τῶν εἰδῶν ἐν τοῖς μορίοις, δρώντων καὶ οὐ δι᾿ ἀπαγγελίας, δι᾿ ἐλέου καὶ φόβου περαίνουσα τὴν τῶν τοιούτων παθημάτων κάθαρσιν (6, 1449 b 24-28).

La tragedia es la imitación de una acción noble y completa, de cierta extensión, compuesta en un discurso sazonado con sabores distintos según las partes de la obra; es imitación ejecutada por personas que actúan y no es una narración; a través de la compasión y el miedo logra la purificación de tales pasiones.
  • La definición presenta la tragedia como μίμησις de una acción (πρᾶξις) que ha de tener ciertas características cualitativas y cuantitativas. 
  • Manejando ideas expresadas en los primeros capítulos se nos dice que el medio de la imitación ha de ser la dramatización y no la narración. 
  • El texto recién citado incluye además la única referencia de la Poética a la catarsis; volveré después sobre este pasaje. Ahora paso a referirme a lo que leemos a continuación en el tratado.
En este mismo capítulo seis de la Poética se deduce, a partir de la definición de tragedia, cuáles son sus partes cualitativas. Tras presentarlas una a una, recapitula Aristóteles:
Así pues, es necesario que las partes de cualquier tragedia, desde el punto de vista cualitativo, sean seis; éstas son historia (μῦθος), caracteres (ἤθη), dicción (λέξις), pensamiento (διάνοια), espectáculo (ὄψις) y música (μελοποιία) (6, 1450 a 7-10).
Como ya he dicho anteriormente, las partes más importantes de la tragedia son las cuatro primeras, y ante todo la historia. Así lo declara este otro pasaje del capítulo seis en el que Aristóteles se refiere propiamente no al μῦθος sino a la σύστασις πραγμάτων:
μέγιστον δὲ τούτων ἐστὶν ἡ τῶν πραγμάτων σύστασις. ἡ γὰρ τραγῳδία μίμησίς ἐστιν οὐκ ἀνθρώπων ἀλλὰ πράξεων καὶ βίου (1450 a 15).

El más importante de estos elementos es la trama. Es que la tragedia es imitación no de hombres sino de acciones y vida.

El punto que me interesa subrayar es el siguiente: Aristóteles tiene muy clara la prioridad de la historia (la trama o el argumento, si queremos decirlo así) por encima de la psicología, o en sus propios términos: de los ἤθη.

La razón de ello es la que ya hemos leído en el último pasaje citado, y la idea se repetirá poco después (1450 a 39 – b 4):
δεύτερον δὲ τὰ ἤθη (...)· ἔστιν τε μίμησις πράξεως καὶ διὰ ταύτην μάλιστα τῶν πραττόντων.

El segundo elemento en importancia son los caracteres (...), pues [la tragedia] es imitación de una acción y, ante todo por causa de ésta, de los que actúan.

Ahora me voy a permitir abandonar el siglo IV a. C. y trasladarme al XX y a una “arte poética” con la que Aristóteles nunca pudo soñar: el cine. 

En 1994 veíamos, en Tierras de penumbra, cómo Anthony Hopkins, en el papel de C. S. Lewis, explicaba esta cuestión ante un grupo reducido de alumnos.

Lo que les planteaba es lo siguiente: si vemos que en primera fila hay un alumno que dormita, y que al llamar su atención se va de la sala, caben dos actitudes:
  • nosotros nos preguntaremos automáticamente “¿por qué?”; 
  • pero la pregunta del griego, dice Lewis, no habría sido ésa sino “¿qué hará ahora este chico?” 
O lo que es lo mismo, y ese es el punto al que quiero llegar:
  • Nosotros nos preguntamos por los motivos y las razones psicológicas. 
  • Aristóteles, a lo mejor, se habría preferido contentado con escuchar la continuación de la historia.
Lo planteo como un recordatorio de que hay muchas formas posibles de hacer literatura y de que no podemos incurrir en el anacronismo de leer la Literatura Griega con categorías que le son ajenas como el psicologismo.
La escena de Tierras de penumbra se puede ver, en inglés, en este enlace, entre los mínutos 1,25 y 2,40. Es de justicia indicar que quien me llamó la atención sobre esa escena de la película fue José María Sánchez Galera, entonces alumno, después (y siempre) amigo.
Puede ser buen momento para que regresemos a la cuestión que dejamos pendiente al leer la definición aristotélica de tragedia.

Tal definición planteaba sus mayores problemas de comprensión cuando llegábamos a su último sintagma; porque, ¿qué hemos de entender cuando Aristóteles dice que la tragedia “logra a través de la compasión y el miedo la purificación de tales pasiones” (δι᾿ ἐλέου καὶ φόβου περαίνουσα τὴν τῶν τοιούτων παθημάτων κάθαρσιν)?

La literatura dedicada al concepto de κάθαρσις es notablemente amplia. La razón de que ésta sea tan amplia, y el concepto tan debatido, se halla en el hecho de que la manera de expresarse de Aristóteles en relación con la catarsis es notablemente esquiva. Hay muchos implícitos en el pasaje citado que Aristóteles no considera necesario explicar, aunque nosotros sí echemos en falta esa explicación.

Lo más curioso es que en el libro VIII de la Política (7, 1341 b 32 ss.) el filósofo anticipa que en sus obras de Poética (ἐν τοῖς περὶ ποιητικῆς) hará una explicación “más clara” (σαφέστερον) del concepto de κάθαρσις: esa explicación está ausente del texto que nosotros conocemos. Entender la catarsis es importante porque, como dice Manfred Fuhrmann (1992, 101),
es la última piedra en la cúpula de la Poética aristotélica. Pero al tiempo es uno de sus elementos más difíciles.
No pretendo dar una solución al problema; tan sólo adelanto algunas ideas que pueden ilustrar, sin resolverla, la cuestión de la catarsis. Reconozco, ante todo, que me sitúo en la línea de quienes (como Bernays o Schadewaldt) han intentado, desde el S. XIX, explicar el concepto desde una perspectiva médica. No debe de ser casual que Aristóteles, el hijo del médico Nicómaco, maneje un término con tanta tradición médica (y religiosa) como κάθαρσις para referirse a los efectos de la tragedia.

Entiendo que, cuando Aristóteles dice que la tragedia puede purificar los afectos, está reconociendo con Platón (cf. Resp. X, 605 b) que la poesía no apela a la razón sino a las partes irracionales del alma. Pero hay una diferencia esencial.
  • El maestro consideraba como un peligro la excitación de los afectos que opera la poesía. 
  • En cambio, el discípulo parece opinar que esa sobreexcitación es beneficiosa porque puede restituir el equilibrio en los afectos cuando éstos se hallan descompensados: de la misma manera que, en la enfermedad, la κάθαρσις o purificación, la purga, libera del exceso de humores malos y devuelve la salud al cuerpo enfermo.
Quizá, de haber escrito en el S. XX, Aristóteles habría acudido a la imagen del electrochoque que, por paradójico que pueda parecernos, es capaz de recomponer el orden de una ψυχή perturbada. 

En la cultura del cine, la televisión y las realidades virtuales nos resulta difícil imaginar el choque, el auténtico shock, que suponía el espectáculo del teatro en otras épocas.

Cuando leemos Sobre el teatro judío de Franz Kafka entendemos algo más de lo que podía representar el teatro para quien se aproximaba a él con la ingenuidad del niño que narra el relato.