lunes, 3 de enero de 2011

ALEJANDRO MAGNO: HOMBRE, REY, HÉROE (III)


PSEUDO-CALÍSTENES, ENTRE LA HISTORIA Y LA NOVELA

El texto sobre Alejandro que más ha influido en la posteridad es la llamada Novela de Alejandro. Es una obra de gran influencia en toda la tradición occidental, incluso en autores y épocas desconocedores del griego:
  • Influye en el Roman de Alexandre (S. XII), para el caso de la novela medieval francesa.
  • Dentro de la literatura en lengua castellana influe en el Libro de Alexandre (S. XIII),  posiblemente a través del modelo intermedio del Roman de Alexandre.
La Novela de Alejandro “perfiló durante más de un milenio la imagen de Alejandro en Oriente y Occidente” (Elizabeth Frenzel, Diccionario de argumentos de la literatura universal, Madrid, Gredos, 1976, p. 20). Mira la traducción de C. García Gual (trad.), Pseudo Calístenes. Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia, Madrid, Gredos, 1977 (Premio Nacional de Traducción 1978); éste es el Prefacio de la traducción de García Gual:

El más extraordinario y más valeroso de los hombres fue, al parecer, Alejandro, rey de los macedonios, que realizó todas sus obras de manera singular y halló siempre la colaboración de la Providencia con sus virtudes. Pues en guerrear y batallar contra cada uno de los pueblos gastó menos tiempo del que necesitarían quienes quisieran describir con exactitud las ciudades de aquellos países. Las hazañas de Alejandro, sus excelencias de cuerpo y de alma, el éxito de sus empresas y su valor ahora contaremos, comenzando por su linaje y por decir quién fue su padre. Que se engañan los muchos que afirman que fue hijo del rey Filipo; pues eso no es verdad. No era hijo de aquél sino de Nectanebo, como dicen los más sabios de los egipcios, quien lo engendró después de haber perdido su dignidad regia.
La Novela de Alejandro, escrita a comienzos del S. III d. C. aunque sus fuentes proceden del Helenismo, se conserva
  • en diversas versiones griegas, más o menos divergentes: la existencia de esa pluralidad de recensiones testimonia el carácter popular del texto;
  • a través de la traducción latina de Julio Valerio, de finales del S. III d. C.;
  • hay, además, otras traducciones, de las cuales la más importante es la traducción al armenio.
Es obvio que la historia textual de esta obra (de la que además tenemos papiros) ha sido compleja.
Por otro lado, los materiales que han convergido en la Novela de Alejandro son variados. Pero existen dos fuentes principales:
  • Un relato histórico helenístico, probablemente una biografía de Alejandro (¿del S. I a. C.?). Es importante tener presente que la historiografía helenística es una historiografía retórica, a la caza del efecto patético y del efectismo; estos rasgos fueron heredados por Pseudo-Calístenes.
  • Una colección de cartas o novela epistolar. La novela epistolar también es un género de origen retórico que busca la prosopopeya, el retrato de un carácter: en nuestro caso, el de Alejandro.
Las colecciones de cartas eran un género floreciente entre la época de Cicerón y Adriano, el momento en el que se sitúan las fuentes del Pseudo-Calístenes. En efecto, se han conservado papiros con supuesta correspondencia entre Alejandro y Darío (¿ejercicios de escuela?).
Junto a estas fuentes principales, han convergido también en la obra del Pseudo-Calístenes otros elementos, de cuatro tipos diferentes. Estas otras fuentes producen como resultado relatos independientes, integrados en el conjunto en forma de episodios:
  • Cartas de Alejandro dirigidas a Aristóteles y a su madre Olimpíade. Hablan sobre las maravillas del viaje de Alejandro a la India. No se sabe si estas cartas han sido agregadas directamente por Pseudo-Calístenes al conjunto, o si el material que él recibe ya las incluía.
    Estas cartas son exponentes de la “literatura teratológica”, literatura de prodigios, representada en Grecia por Ctesias, Yambulo o Luciano (en clave paródica), y en la literatura de Oriente por el relato de Simbad el marino.
    Nótese que la literatura teratológica tiene que estar en primera persona para que resulte verosímil; en el marco de la novela de Pseudo-Calístenes, el uso de la primera persona se justifica además con el artificio de la carta: es “literatura de prodigios” en forma de carta.
    • La leyenda de Nectanebo, según la cual se supone que Alejandro no es realmente hijo de Filipo sino de Nectanebo, el último faraón de Egipto:
      Luego se despide de la reina Nectanebo y recoge unas plantas de un lugar solitario, de las que conocía por su aplicación a la producción de sueños. Y, después de exprimirles el jugo, modeló una figurilla femenina de cera y le inscribió encima el nombre de Olimpíade. Luego encendió unas lamparillas, y, mientras derramaba sobre ellas el jugo de las plantas, invocaba con conjuros a los dioses dedicados a tal oficio, para que Olimpíade recibiera la aparición. Y en aquella noche ella contempla al dios Amón que la tiene abrazada y que, al ponerse en pie para retirarse, le dice:
      -Mujer, en tu vientre guardas un hijo varón que ha de ser tu vengador.
      La historia de Nectanebo procede de una leyenda popular egipcia y pretende explicar la relación especial de Alejandro con el dios Amón, al que Alejandro visita, en el curso de la obra, en su santuario del oasis de Siwa.
      Además, la leyenda de Nectanebo explica la rivalidad con Filipo, del que Alejandro no es realmente hijo, hecho que los dos acaban conociendo.
      • El coloquio con los gimnosofistas, “los sofistas desnudos”, brahmanes a los que Alejandro conoce en la India. Este episodio conecta la obra con la literatura sapiencial y maneja un tópico de larga tradición, el del enfrentamiento rey ↔ sabio:
      Solón-Creso (en Heródoto);
      Platón-Dioniso;
      Alejandro-Diógenes el cínico.
      • Pseudo-Calístenes también ha debido de manejar como fuente un relato histórico sobre los últimos días de Alejandro: en esta parte ofrece datos históricos concretos.
      Se supone que el individuo que unificó todos estos materiales no debía de ser una persona especialmente inspirada: sería un “pobre hombre”, según dice literalmente la Historia de la Literatura Griega de Albin Lesky. Es muy poco cuidadoso, p. ej., en todo lo que se refiere al itinerario geográfico.
      • Y, sin embargo, el juicio de Lesky no hace justicia al hecho de que este texto ha tenido un peso importantísimo dentro de la Tradición Occidental.
      • Por otro lado, la Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia o Novela de Alejandro, sin ser una obra clave de la narrativa universal, es una lectura amena que destaca, sobre todo, por su gran fantasía.
      La obra es enormemente fantasiosa, según acabo de decir y según comprobaremos a través de la lectura de algunos pasajes. Voy a destacar ahora los hitos que nos pueden ofrecer una idea básica de la estructura del conjunto del texto:
      • Empiezo recordando que, según la obra, Alejandro no es hijo de Filipo sino de Nectanebo, el último faraón de Egipto, quien lo engendró en Olimpíade bajo la figura del dios Amón.
      • Alejandro es, por tanto, egipcio: nótese que, muy posiblemente, el texto de la Novela procede de Alejandría.
      • Alejandro vence a Darío, quien le confía la custodia de su hija; en este episodio se muestra la generosidad y el humanitarismo del monarca: es que, en la Novela de Alejandro, Alejandro está caracterizado como un héroe ideal.
      • Alejandro llega en su campaña hasta la India, donde experimenta aventuras increíbles; se enfrenta con todo tipo de monstruos (un auténtico bestiario), busca la Fuente de la Inmortalidad, viaja por el aire en un carro tirado por grifos y desciende a las profundidades marinas en una burbuja de vidrio:
      Tras haber realizado todos los preparativos, me introdujeron en la tina de cristal con el deseo de intentar lo imposible. En cuanto estuve metido dentro, la entrada fue cerrada con una tapadera de plomo. Cuando me habían bajado ciento veinte codos, un pez que pasaba me golpeó con su cola mi jaula, y me izaron porque sintieron el zarandeo de la cadena. La segunda vez que bajé me sucedió lo mismo. A la tercera descendí alrededor de trescientos ocho codos y observaba a los peces de muy variadas especies pasar volteando en torno mío. Y mira que se me acerca un pez grandísimo que me cogió junto con mi jaula en su boca y me llevó hacia la tierra desde más de una milla de distancia. En nuestras barcazas estaban los hombres que me sostenían, unos trescientos sesenta, y a todos los remolcó junto con las cuatro barcazas. Mientras nadaba velozmente quebró con sus dientes la jaula y luego me arrojó sobre la tierra firme. Yo arribé exánime y muerto de terror.
      Allí me eché de rodillas y me postré en acción de gracias a la Providencia de lo alto que me había salvado con vida del terrible monstruo. Y me dije a mí mismo: “Desiste, Alejandro, de intentar imposibles, no sea que por rastrear el abismo te prives de la vida”. Y en seguida ordené al ejército partir de allí y seguir la marcha hacia delante.
      • En la India se entrevista además con los gimnosofistas, brahmanes parecidos a los filósofos cínicos que le hacen ver lo inútil de sus esfuerzos y la imposibilidad de que el hombre alcance la inmortalidad.
      • En la India Alejandro también se encuentra con los árboles parlantes, que le profetizarán su muerte.
      • Alejandro, a su regreso en Babilonia, es asesinado por el camarlengo Yolo.
      Se podría decir que lo que prima en esta obra es la imagen trágica de Alejandro, un nuevo Aquiles que, como él, muere en la juventud. El Alejandro de esta novela es el prototipo del héroe mítico, tal y como lo debió de ser en vida para sus propios soldados:
      • Alejandro está siempre obsesionado por la idea de ir más allá, de llegar plus ultra.
      • Pero llega a encontrarse con límites que no puede traspasar (es imposible hallar la inmortalidad, según le declaran los gimnosofistas) y muere.
      • Muere, además, joven, como si estuviese dotado de un destino aciago.
      • El Alejandro que busca ir “más allá” parece cometer un acto de hýbris que le atrae el castigo divino.
      Ésta es una idea en la que abundan las fuentes medievales, que presentan directamente la muerte del rey como un castigo:
      • Gautier de Chatillon, Alexandreis: se castiga a Alejandro por su desmesurada ambición, que le lleva a lamentarse de que no existan más mundos para conquistar.
      • Libro de Alexandre: se castiga a Alejandro por su curiosidad pecaminosa (a raíz de su viaje submarino); Dios le llama “ese lunático que non cata mesura”. Mira las estrofas 2161 y 2165.
      La Natura que cría todas las crïaturas,
      las que son paladinas e las que son escuras,
      tovo que Alexandre dixo palabras duras,
      que querié conquerir las secretas naturas.
      (...)
      Pesó al Crïador que crió la Natura,
      ovo de Alexandre saña e grant rencura,
      dixo: «Este lunático que non cata mesura,
      yo•l tornaré el gozo todo en amargura».

      Alejandro vivió obsesionado con la idea de tener un Homero que cantara sus hazañas; paradójicamente, el “Homero” al que Alejandro debe buena parte de su fama como mito es el Pseudo-Calístenes, un autor entretenido, pintoresco pero (reconozcámoslo con Lesky) no demasiado brillante.
      Aunque, con todo, quizá la imagen fabulosa de Alejandro que nos transmite se aproxime mucho a la imagen que los soldados de Alejandro tuvieron de su rey; en este sentido, Pseudo-Calístenes puede ser, paradójicamente, más veraz que los historiadores serios.